miércoles, 14 de octubre de 2015

Endulzando limones

Había una vez, una niña-mujer muy solitaria, que había sufrido bastante en la vida y vivía sola en su pequeño departamento con lo justo para sobrevivir; falleció su mama a sus 9 años de imprevisto y se crio luego prácticamente solo con su papá, un hombre estricto y perfeccionista, quien le enseñó de la mejor manera que supo lo que a él a su vez, le habían enseñado sus padres, entre otras cosas, la importancia de las Formas en la manera de relacionarse…
Una maravillosa noche conoció a un Príncipe encantado…, se trataba de un hombre viudo, que también había sufrido bastante en la vida, con dos amorosos hijos golpeados por la muerte abrupta de su mamá, con un importante trabajo y además su empresa familiar, que en ese entonces cargaba con kilos de más encima y una dificultad para ver bien, una gran casa con jardín, terraza, quincho y patio, un perro hermoso, dos entradas de garaje con sus correspondientes vehículos y una ama de llaves muy gentil.
El Príncipe inmediatamente le dio el lugar de Princesa en su vida, para él, era ni más ni menos que un Sol…, cómo la llamaba siempre; le brindó Todo su incondicional Amor y fidelidad, la llevo a vivir inmediatamente a su castillo con sus Principitos: a uno le gustaba mucho jugar en su compu, y al otro practicar kick- boxing, entre otras cosas, y le presentó a su mamá y a la familia de su hermano, llegaron a comprometerse en una bellísima fiesta y hasta a tener planes de Boda, la incorporó a su trabajo, la llevaba con su chofer personal o en alguno de sus dos modernos autos, le hizo hermosos y numerosísimos regalos, le presentó a sus grandes amigos, con quienes compartieron divertidos banquetes, la invitó de vacaciones y a viajes en los que ella misma, generalmente, elegía el destino; la llevaba a comer afuera todas las semanas y a donde quisiera, le recordó como conducir y la llevó a sacar el registro, le cocinaba rico y vegetariano, lavaba los platos, la ropa y hasta barría la casa frecuentemente, hacía las compras virtualmente, le consiguió trabajo, también, a una de sus amigas cuando ella misma se lo pidió, y la alentó y acompañó mucho para que finalice sus últimas materias de la carrera de abogacía, la que pudo así concretar, y entonces su Príncipe encantado, inclusive, se encargó de que comience inmediatamente a trabajar como tal.
Todo era fantástico como en los cuentos de Hadas, el Príncipe al poco tiempo de conocerla se puso en forma y recuperó su visión tras una breve intervención, realizó cambios en su estilo personal, de vida y en su propio hogar y familia; pero algo, sin embargo, sucedía…, y es que la Princesa, quien aún arrastraba la carga de su difícil niñez, era muy Exigente con ella y su entorno, no toleraba muchas cosas en los demás por no saber ver las propias, imponía normas de convivencia, como se las habían impuesto a ella, de Forma, y pretendía que todo gire a su alrededor con gran demanda, porque entendía que ella sabía muy bien, lo que era mejor para cada quien…: se debe comer en la mesa así, decía, se debe jugar limitadamente, pretendía enseñarle al principito menor; no harás muchas fiestas en la casa ni traerás a dormir a tu novia, y además, te portarás correctamente, pretendía enseñarle al principito adolescente…, es inadecuado jugar a la pelota y “colgarla”, una vez hasta llegó a sutilmente esbozar, al regreso de un hermoso día familiar en su casa quinta con pileta de zona norte; “envió” a todos a terapia, aconsejaba no ver tele, pretendía una rápida mudanza a otra casa como ella quería, y hasta le daba consejos sobre cómo ser mejor papá a su Príncipe encantado…
Indudablemente esta relación no se pudo sostener, el Príncipe se desencantó y la separación se hizo presente al poco tiempo; durante el proceso de duelo, la ya no Princesa, reabrió casualmente un mail que le había enviado su padre hace años, poco tiempo antes de fallecer, en el cual le adjuntaba una historia que narraba como moraleja la importancia que tiene, cuando la vida te trae limones, de hacer limonada…
La niña-mujer ahora vive nuevamente sola en su pequeño departamento, se trajo a vivir consigo a su perrita para estar acompañada, finalmente le entregaron su diploma en una ceremonia llena de ausencias, y hoy intenta recuperar algo de todo lo que no supo valorar ni ver; como ahora tiene mucha libertad, algo muy preciado por ella, comenzó un taller de teatro con re significación astrológica, allí juega mucho, y hasta le quedan ganas de tener un compañerito con quien hacerlo en su casa…, descubrió que su ascendente en Aries la impulsa a accionar enérgicamente, y por ello ahora practica entrenamiento de boxeo, se divierte tanto allí también, que también le quedan ganas de tener una bolsa en su casa y alguien con quien poder guantear… asimismo retomó clases de astrología, su gran pasión, con una Maestra muy amorosa y sabia, que se llama igual que su mamá, Leonor, gracias a las cuales se inspira y ahora escribe cuentos entre solitarios mates.
Los fines de semana se queda en su casa generalmente, sin su Príncipe está triste, y los que son largos no está yendo a la costa como antes, por ahora no tiene con quien, ni más autos, ni más departamento allí.
Hoy está intentando Crecer y agradecer mucho cada instante de su vida; cada Maestro que generosamente se le acerca, comprendiendo que muchas veces ni uno mismo sabe qué es mejor para uno, como para aventurarse a decirle al otro lo que es para él,  sucede que ahora sí quiere hacer limonada de esta historia!, convertirse en una mujer adulta, sanar heridas, compartir amorosamente, perdonarse y perdonar, acercarse a otros con humildad, escuchar más, soltar formas, mandatos y prejuicios; entendió que lo importante no es el barrio ni la cercanía o no de un cementerio a la casa, sino el calorcito que hay dentro del hogar, y a disfrutar con alegría la salud que goza, comer con las manos y hasta ensuciarse un poco, celebrar la vida y bailar mucho, como recuerda que le gustaba también a su mamá, y lo hacía, a veces, para su Príncipe encantado...

Yo ya intento no dar consejos…, sólo si me los piden, pero te comento humildemente y al pasar, algo que me enseñó mi papá…: atenta/o a los limones hermana/o!!!                               

                                                                                     Ana Lucía Azula, 09/10/15.-